"Lo que embellece al desierto es que en alguna parte esconde un pozo de agua."-Antoine de Saint-Exupéry

enero 15, 2007

Mi cuerpo ingrato

¡Sombras!
Prended ya mi corazón.
¡Lágrimas!
Surge ya la desazón.

Encadenado a las penas,
chirrían ya las cadenas.
Esclavo del sentimiento,
grande es el abatimiento.

Suenan ocho notas
y ya no estoy.
Suenan mis tristezas,
turban lo que soy.

enero 09, 2007

Espejos del alma

Sus ojos verdes contemplaban con fervor y admiración el paisaje de su pérdida. Sentado sobre las escaleras de la entrada izquierda del gran templo, buscaba inútilmente en el azul del cielo algo que le salvase de aquello a lo que estaba condenado...pero no podía ser, no era así. Debía ser de otra forma, pues no era el inútil sufrimiento de la mayoría de los humanos lo que el sentía. No, él sentía el dolor de un destino por cumplir. No era el dolor de los héroes ni el de los mártires, pues el bien sabía que nadie jamás cantaría en una balada su gran hazaña. Era el dolor más verdadero, aquél que se padece al haberse contemplado a uno mismo a través del espejo y saber que no hay otra solución.

Así era, así debía ser y así iba a hacerse. El impulso de la belleza irrefrenable guiaría su luz en el camino de la perdición que estaba escrito en sus manos. Nada ni nadie podía salvarle, pues nada ni nadie podía contradecir aquello escrito por Abraxas. Y el podía sentirlo, podía sentir la tinta de su destino, vertida por un dios benévolo y malvado, escrita entre lágrimas, penas y belleza. El pelo negro que caía sobre su frente lo sabía, y el palpito de su corazón lo sabía también: el instante para el que siempre había vivido estaba cercano.

Bajó las escaleras, una a una y con la mirada bien alta y contempló por un momento el sol que le iluminaba. Acarició a su negro caballo, al hacerlo sintió que él también lo sabía y lo entendía todo, por un momento sintió su alma pegada a la de su corcel. Montó en él mientras se daba cuenta de que estaba firmando un contrato con la eternidad.
Cabalgando, el resonar de cuatro fuertes patas sobre la tierra firme podía oírse desde la distancia y el fluir de sus lágrimas, a través de sus mejillas y de las riendas de su caballo, brillaba en medio de la oscuridad.
Bajo el sol que le iluminaba pensó que en el océano del dolor no había lugar para la esperanza, y que cuando contemplabas a las rosas te dabas cuenta de que su existencia no sería sin espinas. Y él no era el mártir ni el héroe, sólo era alguien que se había encontrado a si mismo y a su propio destino.

Cabalgaba y cabalgaba, tal y como estaba escrito en los anales de la historia: guiado por un impulso que nada ni nadie podría frenar. En su camino, sabía que si alguien en aquél momento le detenía y le hacia bajar de su caballo, le estaría obligando a traicionarse a si mismo; sabía que si alguien en aquel momento intentaba detenerle no podría hacer más que matarlo, pues no había inmoralidad mayor que la traición a la identidad propia.

Mas en aquel paisaje desértico no había nadie y tuvo que pasar el puente que separaba su mundo del mundo más prohibido. El nudo en su garganta era descomunal y el medio empezaba a apoderarse de él con gran fuerza.
Cada simple paso resonaba sobre la firme madera y hacía eco en la eternidad. Miraba hacia abajo y sentía el vértigo, el vértigo de una caída seductora e inevitable. Sentía el miedo cada vez mayor apoderándose de su ser, no quería pasar al otro mundo, quería caer y caer...el puente parecía eterno...

Mas apenas se dio cuenta y el sol ya había dejado de iluminarle: estaba en el otro lado, había cruzado el umbral del mundo, el lugar donde los reyes jamás se habían atrevido a pasar.
Ya no había duda ni medio en su corazón, así que cabalgó y cabalgó con gratitud hacia aquello que le había sido dado, hacia aquello que le aguardaba desde hacia años. Cabalgó y cabalgó en medio del camino árido, rodeado por dos cornisas de montañas. En aquel lugar no existía el sol, pero la luz de la vida podía apreciarse en cada palmo del paisaje. Las lágrimas ya no fluían a través de sus ojos y podía empezar a darse cuenta de que por fin estaba en su hogar.
Sus ojos verdes ya habían dejado atrás el dolor de la pérdida, la pérdida de un lugar que toda la vida le había resultado familiar.

Y así, sonriente y en ruptura con el mundo claro y simple, contemplando cada resquicio de vida que se observaba en el paisaje, encontró la torre. Aquella torre tenía una base cuadrangular y grande, con en medio una pequeña fuga que, aunque pequeña, anhelaba el cielo. Se sentía arquitecto de su propio ser al escalar con vigor las cornisas y pensaba que era fácil ser un eslabón más de la cadena, que lo verdaderamente difícil era conquistar la autenticidad. Al contemplar el edificio encontró un oasis de paz en medio del dolor que le azotaba con fuerza.

Había encontrada el río de agua clara en el que calmar su sed de alegrías y esperanza. Ya nada temía, todo amaba. Sentía, en lo alto de aquella torre, mitad ciencia humana, mitad arte de la naturaleza, que allí había encontrado el lugar que le pertenecía. Que sólo rompiendo con el mundo claro, y adentrándose en caminos oscuros e insospechados, podía llegar uno a conocerse a si mismo y a la misión que le había sido asignada. Que sólo a través de los oscuros caminos del dolor y de la soledad podía encontrarse el oasis donde calmar el espíritu. Ahí, en lo alto de la torre, contemplando la mirada del águila, descubría el amor a la vida que siempre había tenido y jamás había encontrado. Ahí, en lo alto de la torre, descubría un sentido en la tinta que había vertido sobre él Abraxas: llamar a todos los hombres a emprender todos los caminos, a no temer que pudieran encontrar en la vuelta de cada esquina, a conquistar la autenticidad anhelada, a adentrarse en soledades, pérdidas y dolores: sólo así podrían atravesar el puente hacia el nuevo mundo y encontrar la belleza interior, la luz y la estrella que brillaban dentro de cada ser humano.

enero 07, 2007

Destino

¡Prendedme, oh, rosas blancas!
Pues hoy ni sombra soy
de alegrías y esperanzas.

¡Prendedme, oh, rosas negras!
Pues aquí sombra soy
de amarguras y tristezas.

enero 04, 2007

AHORA LO ENTIENDO TODO

Un día, sin querer, un agujero negro se comió una rosquilla sacada de un capítulo de Los Simpson. Sin embargo, la rosquilla estaba caducada, por lo cual el agujero negro empezó a vomitar planetas y más planetas. Así pues, el universo se expande eternamente; es decir, cada vez que Homer Simpson se come una rosquilla. El resto de universos paralelos se formaron mediante cuatro procesos que, al no tener nada en común, son absolutamente idénticos:

1) Cuando Jesús de Natzaret, por primera vez en su vida, se rascó la nariz y se sacó un moco.
2) Cuando Freud descubrió el superyo.
3) Cuando Buda rompió, en su mente, la ilusión del yo.
4) Cuando Sócrates pronunció estas palabras: “Temed el amor de la mujer más que el odio del hombre.”

La vía láctea fue creada mientras Gene Kelly cantaba aquello de: "I aaaaam siiiiigiiiiin' in the raaaaaaaaaiiiin". Por otra parte, cabe decir que, nuestra galaxia, se originó como consecuencia de la pronunciación de las palabras: "Yo soy tu padre". Éstas, un día fueron dichas por Darth Vader a su hijo, Luke Skywalker (aiba, no le estaré jorobando el final a nadie, verdad?).

La creación de la Luna es cosa de mi vecino, que es albañil y muy buena persona.
Sólo nos falta saber cómo fue creada la Tierra, creo que fue cosa mía, ayer, mientras tiraba de la cadena del váter.

Ya sabemos como se formó todo, el resto, puede ser encontrado en las películas de los hermanos Marx y en las novelas de Phillip K. Dick. Tengan ustedes un buen día.

enero 02, 2007

Feliz 1984

Amen la libertad de prensa, amen El Mundo y El País, la Cuore y el Hola.

Amen la libertad de expresión, ¿qué concursante de Gran Hermano a expresado mejor el dilema moral en el que está sumido el ser humano?.

Amen la libertad de reunión, ¿manifestaciones por la patria o la nación? (millones!); ¿manifestaciones en contra del estado de semiesclavitud de muchos trabajadores en el sureste asiático? (no, gracias!).

Amen la libertad de asociación. Sindicatos?. No, gracias, que yo ya tengo el carné del PSOE.

Amen nuestras amadas “democracias”, donde la cachiporra es mucho más sutil y la llaman propaganda.

Amen nuestro amado capitalismo, que nos conduce a la gloriosa y orgásmica destrucción del planeta.

Amen nuestra amada globalización; ¡oh gloriosa dogmatización del pensamiento universal!.

Amen nuestra gran “civilización”, esa magnífica ilusión de orden donde en realidad reina el caos y la injusticia.

Amen ese mero acto representativo que es votar (si un voto cambiara algo sería ilegal).

Amen a Rajoy o a Zapataro, no importa lo más mínimo, sólo son dos caras de una misma moneda.

Amen nuestro dorado bipartidismo, también conocido como “La Restauración versión 2.0”

Amen el poder judicial, dorado circo de vanidad y ego.

Amen la injusta ley de la violencia doméstica, que viola los derechos de muchos hombres en caso de divorcio.

Amen a nuestros magníficos políticos, a su mala educación enmascarada, su estupidez y su corrupción.

Amen sus cuerpos, previo paso por Corporación Deromestética, claro está.

Amen el Prozac, dorada pastilla deshumanizadora, fuente de toda alegría.

Amen la ilusión del placer constante, amen nuestra eterna felicidad (previo cambio de todo ética, moralidad y libertad de pensamiento, claro).

Amen la dogmatización total de las creencias religiosas.

Amen la dogmatización total en torno a la seducción y la sexualidad.

Amen a Rapel y demás farsantes, ellos sabrán ver tu futuro.

Amen las cámaras de seguridad, que ahora están en todas partes y nos protegen de los malvados terroristas.

Amen la violación constante de la intimidad, que tan bonitas portadas en las revistas del corazón nos regala.

Amen la Verdad Absoluta, ya sea la versión del PSOE, PP, CiU, IU o cualquier otro.

Amen sus vidas burguesas, nuestra dorada Arcadia, el paraíso encontrado.

Amen al Sagrado Imperio Romano...digo a los Estados Unidos de América.

Amen a Bisbal y a Chenoa, al Código Da Vinci y los bodrios de Hollywood, amen al arte degenerado como forma de control social.

Amen sus zapatillas, amen sus teléfonos móviles, amen a su partido político preferido, amen sus coches y amen sus hogares, porque eso es todo lo que tienen, todo lo que son.

Amen a nuestros ministros de la Verdad y la Paz...digo de Interior y de Defensa.

Amen a El Partido...digo al PP o al PSOE.

Amen la “normalidad”, el imperativo fascista que se aprovecha del miedo natural del ser humano a ser excluido.

Amen el doblepensar...digo los diálogos entre Rajoy y Zapatero, o entre intelectuales de derecha y de izquierda.

Amen a nuestros gobernantes salvadores, defensores del bien dondequiera que vayan.

Amen a patrias, naciones y Estados, sin importarte que ello castre su libertad de pensamiento como individuo.

¡Amen la destrucción del medio ambiente! ¡Amen la degradación moral del ser humano! ¡Amen la esclavitud! ¡Amen la manipulación! ¡Amen el miedo!

Amen, amen al Gran Hermano.

Todo es mentira, mil veces mentira. No es 2007, hace mucho tiempo que estamos encerrados en 1984. Así que viva y mil veces viva, viva el poder redentor del ser humano que lucha contra la opresión. Pues eres tú quien eliges si vivir en 1984 o no creerte sus mentiras. Tú puedes ser ese poder redentor, tú puedes ser libre; juntos, podemos ser libres.